Durante este año 2020, se producen muchas Configuraciones astrales de muchísima importancia. He aquí una pincelada sobre algunos de los importantes ciclos que convergen en este tiempo de cambios, que en los próximos años serán bastante brutales, y cuyos efectos se harán sentir por largo tiempo.
Las Configuraciones Universales (CU) son de carácter general y son aquellas que de una u otra manera afectan a todos los seres vivos. Por ejemplo: un eclipse, el ingreso de un planeta a un signo, las conjunciones planetarias.
Dentro de esas CU las más importantes son los ciclos planetarios que comienzan con una conjunción. Un ciclo se inicia con la conjunción entre dos astros y se produce cuando el planeta más rápido alcanza al más lento. A partir de entonces, todos los aspectos entre ambos planetas hasta la nueva conjunción se interpretarán con respecto al momento de la conjunción. Dentro de este sistema de ciclos, los más cortos son las lunaciones, el instante exacto de la conjunción del Sol con la Luna también llamada Luna Nueva que se produce aproximadamente cada 29 días. En ese pequeño ciclo que se produce casi cada mes, podemos ver a la Luna que aparece, crece, alcanza su plenitud, decrece y desaparece. Este fenómeno lunar constituye el modelo de ciclo planetario en donde con cada conjunción celeste algo nace, crece, se corrompe y muere, donde se corresponde la generación con el ciclo creciente y la corrupción con el decreciente.
Desde hace siglos los astrólogos han trabajado con los ciclos planetarios; los astrólogos medievales Messahallah, Albumasar ya trataron ampliamente este tema. Pero es J. B. Morin (1583-1656) quien en el Libro XXV de Astrología Gallica quien sistematiza la interpretación en una teoría general de los ciclos planetarios.
En un texto astrológico magrebí encontramos la siguiente sentencia: ‘Las conjunciones celestes son tres: la primera, la conjunción de los luminares, la segunda la conjunción de los superiores, la tercera la conjunción de los maléficos´”.
Cuando dice: la conjunción de los luminares se refiere a las lunaciones, la luna nueva que se produce casi cada mes. Cuando habla de la conjunción de los maléficos se refiere a la conjunción de Marte con Saturno que se produce cada dos años, que este año se hará exacta en abril y sobre la cual nos extenderemos oportunamente. La conjunción de los superiores se refiere a la conjunción de Júpiter con Saturno, los “cronocratores”, planetas que marcan tiempos y sobre la cual nos extendemos ahora.
Messhallah, uno de los padres de la astrología árabe (S.IX) en su texto sobre las conexiones (o conjunciones) de los planetas, nos dice: “La conjunción de Saturno y Júpiter es la conjunción máxima, ésta indica cambios en las sectas, partidos y religiones.”
Júpiter y Saturno forman una conjunción cada 20 años, pero, además, las conjunciones de estos dos planetas forman a su vez un ciclo de conjunciones. Su ciclo combinado influye sobre períodos muy largos, de aproximadamente 240 años en el mismo elemento y a veces, durante ese período se intercalan conjunciones de un elemento distinto. 40 conjunciones (en teoría, en la práctica oscilan) de Júpiter y Saturno generan un período de 800 años divididos en 4 periodos de aproximadamente 200 años (también hay oscilación) que responden al siguiente orden: Fuego, Tierra, Aire, Agua. Los periodos de veinte años en un mismo elemento indican variables dentro de un mismo proceso. Al contrario, las transformaciones generadas por el cambio de elemento dan lugar a una importante evolución de fondo para la humanidad.
La conjunción de Saturno y Júpiter en un nuevo elemento señala el comienzo de un ciclo social que va a afectar la economía, la política, la cultura mundial. Por eso hablamos de un cambio de paradigmas. En este año 2020 esta importante conjunción, que se va a producir exacta el 21 de diciembre, pero cuyos efectos ya se están sintiendo, cambiará de elemento, del elemento Tierra donde se venía produciendo, al elemento Aire.
En 1802 se produjo la primera conjunción precursora de Júpiter y Saturno en Tierra, en 1821 la última en Fuego y a partir de 1842 y durante todo el siglo XX hemos visto que las conjunciones de Júpiter con Saturno se han producido en signos de Tierra: en 1901 en Capricornio, en 1921 en Tauro, en 1961 nuevamente en Capricornio, en 1981 en Libra la fase anunciadora del elemento Aire, en el 2020 se entrará de lleno en el ciclo de ese elemento con Acuario hasta 2199 y la última conjunción de Saturno con Júpiter (la que se produjo en el año 2000 en el grado 22º 42’ del Signo de Tauro) será también la última en un signo de Tierra. Finaliza, por lo tanto, un ciclo en un elemento, así como analógicamente deberá finalizar aquello que representa.
El cambio de un elemento a otro se denomina “Gran Cambio o gran Mutación”, y supone el inicio de importantes transformaciones sociales que estarán relacionadas con el elemento implicado. Cambios que afectarán a los siguientes doscientos años.
Los Signos de Tierra están relacionados con lo concreto, lo práctico, materialista, tangible, con los bienes, la productividad, la economía, la propiedad: “tanto tengo: tanto valgo, tanto poseo, tanto soy”
Los Signos de Aire son signos humanos, sociales, de asociación e intercambio, de comunicaciones, ciencias, artes, de inteligencia, de humanismo. Tenemos derecho a pensar que a partir de la conjunción del año 2020 el mundo tendrá una estructura socioeconómica diferente, que las ciencias, la comunicación (que ya ha sufrido un notable cambio) las relaciones sociales, e incluso la sociedad probablemente se organicen y sean vistas de otra forma. Este cambio no solo indicará nuevos arquetipos, sino que señalará de alguna manera el inicio de la Era Acuario. Los ciclos de Júpiter con Saturno marcan ciclos socio- económicos, religiosos y culturales conocidos desde la más remota antigüedad.
Patricia Kesselman
Febrero 2020