El sol nos ilumina durante el día y representa el principio masculino, la unidad y la regularidad en los ciclos, marcando con su paso, las estaciones. La luna, la señora de la noche, el principio femenino, simboliza la irregularidad periódica y la multiplicidad, por sus continuos cambios.
Podemos ver los cambios de la luna: aparece, crece, alcanza su plenitud, decrece y vuelve a desaparecer. Esta característica dispar y variable se manifiesta claramente en las diferentes fases lunares que se relacionan directamente con los ritmos biológicos del hombre; el nacimiento, el crecimiento, la plenitud, el declive y la muerte.
Dentro del sistema de los ciclos planetarios, los más cortos son las lunaciones y todos los meses del año -aproximadamente cada 29,5 días- ocurre una lunación o punto de partida. Al final del año habrán ocurrido 13 lunaciones. La mayor parte de los calendarios de la antigüedad se basaron en ellas para medir el tiempo y son el origen de los meses.
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