Qué es un símbolo?
El significado y la complejidad de los símbolos ha ido creciendo durante siglos, cambiando con el contexto cultural. Sin embargo, los problemas que preocupaban a la humanidad desde los tiempos más remotos se mantienen más o menos constantes: la fertilidad tanto de la tierra como de los hombres, el nacimiento, la vida v la muerte.
En todo el mundo los símbolos siempre han gozado de un valor místico, casi sagrado. ya que sus cualidades en cierta forma se relacionan con verdades más profundas, trascendentes. La luna como símbolo es tan poderosa como el sol. Controla las mareas. atraviesa diferentes fases, desde la luna nueva a la luna llena, se asocia con el agua, la gestación, el alumbramiento, las madres, las mujeres. las criaturas de! mar y de la noche. y la oscuridad misma pertenecen a la esfera lunar.
«El templo» de Delvaux combina diversos elementos simbólicos con la Luna llena, que alumbra la misteriosa figura de una diosa
Los símbolos, como observó Jung, nunca pueden interpretarse de manera total, solo pueden experimentarse ya que trascienden la división entre lo racional y lo irracional, lo conocido y lo desconocido.
Los símbolos planetarios, o glifos, derivan de la combinación de los símbolos del Espíritu, el Alma y la Materia, desde los cuales se dice que toda vida proviene en proporciones variadas. Sus significados esenciales pueden encontrarse analizando sus componentes en forma individual:
El círculo, por mucho tiempo considerado como la forma más perfecta, es la imagen del Espíritu puro. El círculo es en primer lugar un punto extendido y participa de su perfección. El punto y el círculo tienen propiedades simbólicas comunes: perfección, homogeneidad, ausencia de distinción o de división.
El creciente es el símbolo del Alma. Puede verse aquí apuntando hacia arriba, hacia el Espíritu. En el símbolo de la Luna, apuntan hacia atrás, hacia el pasado. Es una de las formas más características de los movimientos de la luna: simboliza a la vez el cambio y el retorno de las formas; se vincula a la simbólica del principio femenino, pasivo, acuático.
La línea vertical es el símbolo de la Mente.
La línea horizontal es el símbolo del Cuerpo.
Cuando Mente y Cuerpo se combinan, forman la cruz de la Materia.
La cruz es el tercero de los cuatro símbolos fundamentales juntamente con el centro, el círculo, el cuadrado. Establece una relación entre los otros tres: por la intersección de sus dos rectas que coincide con el centro abre éste al exterior; se inscribe en el círculo y lo divide en cuatro segmentos; engendra el cuadrado y el triángulo, cuando sus extremidades se enlazan con cuatro rectas. La cruz, dirigida hacia los cuatro puntos cardinales, es en principio la base de todos los símbolos de orientación, en los diferentes planos de existencia del hombre, «La orientación total del hombre exige … un triple acuerdo: la orientación del sujeto animal con relación a sí mismo; la orientación espacial con relación a los puntos cardinales terrestres; la orientación temporal, en fin, con relación a los puntos cardinales celestes. La orientación espacial se articula sobre el eje este-oeste, marcado por las salidas y las puestas de sol. La orientación temporal se articula sobre el eje de rotación del mundo, a la vez sur-norte y abajo-arriba. El cruce de ambos ejes mayores realiza la cruz de orientación total. La concordancia en el hombre de las dos orientaciones animal y espacial lo pone en resonancia con el mundo terreno inmanente; la de las tres orientaciones, animal, espacial y temporal, con el mundo supratemporal, transcendente, por y a través del medio ambiente terreno. La cruz tiene en consecuencia una función de síntesis y de medida. En ella se unen el cielo y la tierra. En ella se entremezclan el tiempo y el espacio. Ella es el cordón umbilical jamás cortado del cosmos ligado al centro original. De todos los símbolos, es el más universal, el más totalizante. Es el símbolo del intermediario, del mediador, de aquel que es por naturaleza reunión permanente del universo y comunicación tierra-cielo, de arriba abajo, y de abajo arriba.
El Sol y la Luna: El símbolo del Sol es el Espíritu puro con el punto de la conciencia en el centro. El Sol es la fuente de la luz, del calor y de la vida. Además de que vivifica, la radiación del Sol manifiesta las cosas, no solamente en cuanto las hace perceptibles, sino en cuanto representa la extensión del punto principal, en cuanto mide el espacio. El Sol está en el centro del cielo, como el corazón en el centro del ser. Pero se trata del Sol Espiritual, que el simbolismo védico representa inmóvil en el cenit y que se llama también el corazón del mundo o el ojo del mundo. Es la morada de Purusha o de Brahma; es Atman, el espíritu universal.
El símbolo de la Luna es el Alma pura, con dos arcos que apuntan «hacia atrás», hacia el pasado. La luna es siempre yin con respecto al sol, que es siempre yang, pues éste irradia directamente su luz, mientras que la luna refleja la del sol; el uno es por lo tanto, principio activo, y el otro principio pasivo. Esto tiene una aplicación simbólica muy amplia: en cuanto la luz es conocimiento, el sol representa el conocimiento intuitivo, inmediato; y la luna, el conocimiento por reflejo, racional, especulativo. En consecuencia, sol y luna corresponden respectivamente al espíritu y al alma (spiritus y anima), así como a sus sedes: el corazón y el cerebro con la esencia y la substancia, la forma y la materia: «su padre es el sol, su madre es la luna», se lee en la hermética Tabla de Esmeralda. Es simbólicamente muy significativo que en ninguno de los dos casos la cruz de la Materia está presente.
La Tierra es el planeta donde se manifiestan nuestras vidas, y la cruz de la Materia se emplaza en el centro, rodeada por el círculo del Espíritu, dentro del cual se contiene toda forma de vida.
Mercurio contiene todos los símbolos. Significa la integración potencial de Espíritu, Alma y Materia y la síntesis de todos los otros planetas, como también las relaciones entre ellos. El Alma – el principio mediador que conecta – se encuentra en la posición más elevada, sobre el Espíritu, con la Materia en su base.
Venus y Marte simbolizan las manifestaciones físicas de la polaridad masculino – femenino en el mundo. Originalmente, el símbolo de Marte era la cruz de la Materia sobre el círculo del Espíritu, por lo tanto los símbolos se complementan: Venus eleva el Espíritu sobre la Materia y Marte eleva la Materia sobre el Espíritu. En ninguno de estos casos se encuentra el símbolo del Alma.
Júpiter y Saturno se refieren a la relación entre el alma y el cuerpo. Con Júpiter, el Alma se eleva sobre la cruz de la Materia, expresando la importancia de encontrar una conexión significativa (alma), «algo por lo que vivir» en el mundo manifiesto. Júpiter libera el Alma del yugo de la Materia. Con Saturno, la cruz de la Materia se eleva sobre el Alma, expresando que deben darse forma a los deseos del alma dentro de los límites de la existencia en el tiempo y en el espacio.
Urano muestra la cruz de la Materia flanqueada por dos líneas verticales de la mente, sobre el círculo del Espíritu, pequeño, que indica el poder que tiene la mente para aprovechar las fuerzas naturales. Un símbolo alternativo para Urano reemplaza las dos líneas verticales de la mente con dos arcos del Alma opuestos, uno hacia el pasado y el otro hacia el futuro, sujetados por la cruz de la Materia en medio.
Neptuno es el creciente del Alma atravesado por la cruz de la Materia. El Alma apunta hacia arriba, pero es penetrada, o atrapada, por la Materia. Por lo tanto, podría decirse que el símbolo de Neptuno representa el sufrimiento del alma mientras está encerrada en la Materia y el anhelo de regresar a su fuente, que es el Espíritu.
Plutón es un compuesto de los tres símbolos: el creciente del Alma cercando un círculo del Espíritu pequeño, con la cruz de la Materia debajo de él. Podría decirse que el Espíritu domina la Materia a través del Alma. Otra explicación es que este símbolo es una combinación de las letras P y L, las iniciales de Percival Lowell, quien descubrió a este planeta.
Patricia Kesselman, Astróloga.