Marco Manilio compuso el poema más antiguo que se conoce sobre astrología y astronomía, “Astronómicon” o Astronómica, en latín alrededor del año 10 d. C., y tiene la particularidad que ha llegado a la actualidad bastante completo en cinco cantos o libros, el último incompleto. Lo más destacado en el poema de Manilio, no es la originalidad sino la belleza de la forma, encerrada en el hexámetro, verso tradicional de la poesía didáctica.
Aunque se desconocen los datos de su biografía, se deduce de su poema, que vivió en Roma o fue ciudadano romano en tiempos de Augusto o Tiberio. Richard Bentley suponía que era un asiático de expresión griega; F. Jacob sospechaba que era africano. Sea como fuere, su poema representa la cumbre en cuanto a enseñanza astronómica se refiere.
Los conocimientos astronómico-astrológicos -en esa época no había distinción- se iniciaron en Mesopotamia, pero fue en Egipto donde adquirieron sus características propias, transmitidas a la Grecia helenística y desde allí a Roma; en todas estas regiones el interés primordial estuvo en los círculos del poder, ya que en el determinismo de los astros encontraban un apoyo para su autoridad, como dará a entender el propio Manilio en relación con el Imperio Romano.
Dentro de la historia de la astrología la obra de Manilio ocupa un lugar preferente, ya que es la primera que se ha conservado con un plan sistemático del saber astrológico.
Es cierto que Manilio no fue el primero en escribir sobre astrología, pero es posible que fuera el primero en poner en verso los materiales anteriores escritos en prosa; en varios pasajes alude Manilio a la lengua griega, por lo que fácilmente se deduce que las fuentes en las que se basa estaban escritas en griego, como los almanaques, los calendarios y los lunarios.
Marco Manilio encabezó un género literario destinado a gozar de gran fortuna en el mundo antiguo y renacentista. Composiciones literarias en las que se exaltaba la Astrología como conocimiento iniciático reservado a pocos elegidos.
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En fábulas en verso se elogia a los protagonistas de la mitología clásica por vía de su conversión de seres mortales en estrellas imperecederas, lo que es llamado un “catasterismo” (cata = encima, abajo, aster = estrella) y significa literalmente “colocado entre las estrellas”
Asterismo: (de aster, estrella) es el conjunto de estrellas que vistas desde la Tierra aparentan tener una disposición especial o alineación en forma geométrica que son fácilmente recordables al evocar figuras.
A partir del Siglo XII, la “fe” en los astros considerados como emisarios de Dios e intermediarios entre el cielo y la tierra, volvió a extenderse por Europa occidental, junto al redescubrimiento de divinidades paganas ligadas a ellos. Durante el Renacimiento, la identificación entre las estrellas y los protagonistas del panteón clásico fue posible gracias al redescubrimiento de los principales textos de la literatura griega y latina, y a la divulgación de los manuscritos árabes de contenido astrológico que se habían producido durante la baja edad media.
Una vez recuperada la obra de Manilio, durante el Renacimiento, después de siglos de haber permanecido en la sombra, fueron los hermetistas quienes le prestaron la debida atención.
Entre los que mencionaron explícitamente a Manilio se encontraban Cornelio Agrippa, Marsilio Ficino, Pico Della Mirandola y más tarde Goethe, quien en 1784 al subir al monte Borcken, se acordó de los versos de Manilio.
A su vez muchos estudiosos aseguran que la medicina de base astrológica de Paracelso le debe mucho a la Astronomica
En determinado momento del poema, y en el contexto de una refutación dirigida a quienes negaban la posibilidad de alcanzar un conocimiento superior a través de los astros, Manilio dice lo siguiente: “¿Qué tiene de extraño que los hombres puedan conocer el cielo (sus designios), si el cielo está en ellos mismos, siendo cada uno de ellos una imagen de dios en pequeña representación?”
Para Manilio, esta ciencia de “conocimientos divinos” era una vía para restaurar la conciencia de la unidad del hombre con el Alma del Mundo y de su propia divinidad. En esos versos asoma la idea que, escrutando los designios del cielo, el hombre reconoce no sólo su unidad con el cosmos manifiesto sino también su propia divinidad. Marco-Cosmos, Micro-Cosmos.
Patricia Kesselman, Astróloga
Buenos Aires, septiembre 2017
Bibliografia
Manilio, Astrologia Ed. Gredos 2002
Von Stuckrad, Historia de la Astrología Ed Herder 2005
Battistini, Astrología, Magia y Alquimia Ed Electa 2004
Bobrick, Escrito en el cielo, Atenea 2007
Buenísimo, la imagen es hermosa. Lo comparto. Gracias.
Me alegra que te guste, Carlos! 🙂